lunes, 22 de agosto de 2011

Mente consciente: El poder de las autoafirmaciones conscientes.



AUTOAFIRMACIONES CONSCIENTES

El tema donde explico la técnica de las autoafirmaciones es el capítulo 4 de mi libro. Cierto aquí todavía no hemos desarrollado una plena conciencia de modo que las autoafirmaciones como parte de la motivación o estado de ánimo inicial tienen la limitante de ser temporales, pero de cualquier manera son necesarias. Después cuando usted ya ha desarrollado una nueva conciencia, plena y sostenida (en los capítulos del paso dos)podrá consolidar esta actitud de una manera permanente. Se desarrolla lo que yo llamo APC "ACTITUD POSITIVA CONSCIENTE".

LA TÉCNICA DE LAS AUTOAFIRMACIONES.

Hay un principio que dice que las personas y los sucesos tienen el poder que uno les confiere. De ahí la enorme importancia de la autoafirmación siguiente:

“Nada ajeno a mí será capaz de perturbarme a menos que yo lo permita.”

Para que tal sentencia funcione uno debe estar consciente, alerta y preparado a fin de que los acontecimientos no nos tomen por sorpresa. Nuestro psique es como una fortaleza donde uno puede abrir o cerrar la puerta según se quiera. Pero si uno no está alerta, nos pueden tomar la delantera y cuando nos damos cuenta ya estamos en manos de otros. Me refiero, particularmente, al aspecto emocional. En esta situación es cuando somos manipulados.

Recordemos a Sócrates quien con su gran sabiduría dominaba las situaciones de tal manera que no caía en tretas ni provocaciones. La anécdota nos cuenta que cuando en una ocasión alguien se le acercó a Sócrates con el fin de sembrar la discordia diciéndole que tal persona estaba hablando mal de él. Entonces el sabio y filósofo replicó. «Si realmente me conociera tendría aún más razones para hacerlo».

Podemos considerar la técnica de la autoafirmaciones positivas como efectiva pero tiene sus limitantes. Aquí ya empezamos a utilizar el subconsciente, pero el problema vuelve a presentarse: la permanencia sólo temporal de la actitud lograda y la necesidad de recurrir a la repetición constante de los textos o frases, según se explica a continuación.

Estudio y aplicación

Ha transcurrido más de una década cuando escribí por primera vez acerca del sistema de las autoafirmaciones positivas. Sabía que estaba en el camino correcto y, en efecto, todo ese tiempo me ha servido para reafirmar y consolidar los conceptos y fundamentos tanto teóricos como prácticos que gobiernan esta técnica. Hagamos un breve repaso. Esta técnica está basada en los siguientes elementos:

1. Frases de fácil comprensión.
2. Ayuda visual
3. Lenguaje pragmático.
4. Repetición constante de las frases.
5. Lectura en voz alta.
6. Adopción de las frases.
7. Incorporación del subconsciente

Si partimos del principio de que el ser humano es autosugestionable en mayor o menor grado, podremos formular el siguiente razonamiento:

“Si uno se repite a sí mismo y en forma permanente un
determinado mensaje, terminará creyéndolo.”

Este razonamiento es tal vez el principal en el que se basa mi método; claro que hay personas que no son capaces de autoformularse frases positivas, precisamente por que carecen de pensamientos positivos y no están motivadas. A esta gente habrá que inducirlas primero a que lean una y otra vez el libro y aunque de momento no les resulte interesante, tarde o temprano le encontrarán el sentido adecuado a su esfuerzo. Existe otro tipo de personas con las que habrá que ir un poco más hacia atrás, leyéndoles todo el material posible, hasta que por cuenta propia se pongan a leer este capítulo y los demás, con la certeza de que pronto le encontrarán sentido a lo que leen y hacen.

Desde luego que hay individuos seguros de sí mismos, que no son fácilmente influenciables, o al menos mientras se lo propongan, es decir son individuos con un pleno autodominio y tienen además un criterio y una claridad de pensamiento que los lleva a diferenciar la validez de lo que leen o escuchan y de la información en general, según de quien provenga y además utilizan para sí mismos la siguiente útil autoafirmación similar a la del comienzo de este texto:

“Hoy seré dueño de mis emociones y nada ajeno
a mí será capaz de perturbarme.”

Sin embargo es la minoría de individuos los que existen con ese grado de autoconfianza, de modo que es mejor aceptar que estamos sujetos a influencias externas en menor o mayor grado y prepararnos concienzudamente al respecto para evitar algunas “sorpresas”.
Por eso, los padres tienen un deber tan importante sobre sus hijos en cuanto a influirlos positivamente; se deben aprovechar las circunstancias de que en la infancia los niños son altamente moldeables, al igual que el barro o la plastilina, además de que creen en sus progenitores.
En este punto no pocos psicólogos y terapeutas confunden la situación pensando que el carácter inquieto y curioso del niño que va creciendo —que lo vuelve inquisitivo pues constantemente está cuestionando al papá o mamá—, se debe a una conducta de incredulidad y no a un verdadero afán de aprendizaje.
Sin embargo, paradójicamente, la mayoría de los padres utilizan un camino negativo y aprovechan la mínima equivocación de su hijo para acusarlo, en el mejor de los casos, de tonto o de torpe. Recuerde siempre que al niño hay que reprenderlo diciéndolo: «Mira hijo,te equivocaste, has cometido una tontería, deberás poner más cuidado la próxima vez», pero nunca decirle: «Eres un tonto», pues ese tipo de frases negativas le harán perder confianza en sí mismo, se le quedarán en el inconsciente y terminará por creérselo. Recordemos que todos cometemos tonterías.
Igual es el caso de los maestros y de los entrenadores o de cualesquier tipo de guía o coach. La responsabilidad de los que enseñamos en un aula o en cualquier área deportiva es enorme, pues en cierta medida somos responsables del futuro el niño o del joven, que pronto se convertirá en adulto; es decir, el instructor o maestro tienen propiamente en sus manos la vida de los alumnos. Al niño o adolescente se le debe estimular reconociéndole sus aciertos, sus virtudes y cualidades.